Hay momentos en los que el silencio llena un espacio mucho mejor que con mil palabras, y en este momento creo que solo basta con quedarse en silencio y pensar que el alma de una pequeña niña estará junto a Dios. Más allá de cualquier sistema social, lo que sucedió con Candela tiene que ver con una base moral y humanística; dos conceptos que los hijos de puta que destruyeron a una familia no tuvieron. Ahora no me interesa pensar en quien tuvo, tiene o tendrá la culpa, aunque a muchos les moleste; solo me quedo con la sonrisa de esa hermosa nena que lamentablemente no volverá a jugar, a reír, a llorar, a soñar, a crecer… Por ultimo creo que no hay necesidad de seguir gastando palabras en esos hijos de puta que terminaron con la vida de un brillante ángel de 11 años, así que simplemente espero que la sonrisa de Candela, desde donde este, jamás deje de brillar.